Para muchos, nuestras mascotas son casi como nuestros hijos. Privar de un placer como el de la piscina a un ser tan querido es difícil. Pero, ¿qué problemas y riesgos entraña permitir a nuestro perro bañarse en la piscina?
Hablamos de perros porque es la mascota más generalizada (y bañista) que conocemos, pero bien podría ser un gato sin miedo o la iguana que nos dejaron a cuidar aquel verano y nunca reclamaron.
Respecto al impacto que puede tener un baño en la piscina de nuestros pequeños amigos, decir que el cloro no es necesariamente tóxico para perros o gatos. Su efecto en las mascotas es parecido al que podemos sufrir los humanos.
La dosis hace el veneno, que siempre se dice. Si nuestra piscina posee unos niveles de cloro adecuados no hay nada que temer. A no ser que entre en juego algún tipo de alergia o afección de la piel.
Eso sí, por seguridad conviene almacenar bien cualquier producto químico. El fuerte olor debería alejar a nuestras mascotas, pero ya hemos visto a Panki llevarse cosas más repugnantes a la boca. Nunca se sabe.
Qué ocurre cuando el perro bebe el agua de la piscina
Todo el mundo traga agua en la piscina y los animales no son una excepción. No debería de causar serios problemas si se trata de tragos accidentales, lo peor que podría pasar es padecer una leve irritación gastrointestinal. Pero si ves que tu perro traga agua mientras nada, lo mejor es que intentes enseñarle a no hacerlo.
Si la mascota pasa mucho tiempo dentro del agua es posible que se presenten picores y enrojecimiento de ojos. Pero más grave es la irritación que pueden padecer en las fosas nasales por los gases de las cloraminas que habitan la superficie del agua, consecuencia de unos niveles de cloro elevados o una mala ventilación.
Si nuestra mascota después de haberse dado unos cuantos baños padece una de las frecuentes infecciones de oído, sería más seguro señalar como culpable a la humedad de los oídos antes que al cloro.
Cómo nos afecta a nosotros que el perro entre en la piscina
La entrada de un perro a la piscina implica, principalmente, mayor gasto de producto químico y desinfectante. Todo depende de la higiene de la mascota, pero, por lo general, un perro multiplica la cantidad de suciedad que introduce una persona normal en la piscina.
Lo más peligroso, como siempre, es la materia fecal. Nuestra lanuda amiga Panki esconde todo tipo de suciedad en su pelaje que desregulará el pH y acabará con el cloro libre con rapidez.
Igual que en el caso de las personas, aquellos animales que recientemente hayan estado vomitando, con diarrea o infecciones cutáneas, nunca deberían entrar en la piscina si queremos evitar la transmisión de enfermedades como el E.coli o la Giardia.
Entonces, ¿dejo a mi mascota entrar a la piscina? No debería haber problema si se le presta atención tanto al perro como al equilibrio químico del agua.
Miralo por el lado positivo: es poco probable que Panki nos deje un “regalito” en la piscina; algo que en el caso de los más pequeños suele ser más impredecible.
En este otro artículo hablamos más sobre piscinas y mascotas.
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