Cualquier actividad física realizada dentro de la piscina supone una diversión saludable para todos los niños, pero hay ciertas afecciones, o el miedo a padecerlas, que pueden movernos a privar de este placer a los nuestros.
El Asma
El asma es la enfermedad crónica más común en la infancia. Implica una dificultosa respiración debido a la obstrucción de las vías respiratorias. Para aquellos que lo han sufrido, un ataque de asma puede asemejarse a tener un elefante sentado en el pecho.
A consecuencia de lo molesto de este problema, los niños pueden acabar por desmotivarse y dejar de tomar parte en el deporte y las diferentes actividades físicas, sin una razón aparente en aquellos casos en los que todavía no se ha identificado la enfermedad.
Una vez diagnosticado, llevar un estilo de vida activo no es tan sencillo como parece, sobre todo después de haber ha sufrido uno o más ataques de asma. El miedo es mayor tanto en el niño como en sus familiares, y se puede optar por censurar los ejercicios o según qué aventuras.
El Mito
Durante mucho tiempo se ha creído que practicar la natación suponía ciertos riesgos para la salud de los niños, siendo el asma el más temido de estos supuestos peligros.
Pero el estudio más completo y reciente, llevado a cabo entre el Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental de Barcelona y de la Universidad de Bristol, no solo desmonta el mito sino que también asegura que la natación es capaz de disminuir el riesgo de padecer síntomas de asma y mejorar la capacidad pulmonar de los niños.
Los investigadores, que estudiaron a 5.738 niños británicos, desde su nacimiento hasta los 10 años, observaron que cuando tenían 7 años, 1 de cada 5 niños había sufrido asma alguna vez, pero que los niños que habían nadado más frecuentemente no tenían más riesgo de padecer asma a los 7 o a los 10 años.
El estudio concluye que estos niños tampoco presentaron mayores síntomas respiratorios y alérgicos en comparación con los que habían nadado menos o ni siquiera habían entrado en la piscina.
Detectando los síntomas
Si tus hijos tienen alguno de estos síntomas lo mejor es que los lleves al pediatra o consultes con un especialista.
– Fatiga y poco aguante que hacen que el niño no siga el ritmo adecuado del ejercicio o deje de jugar
– Tos que aparece por la noche o en las primeras horas de la mañana, o a consecuencia de actividad física
– Quejas por dolor en el pecho
– Desgana o rechazo de participar en actividades físicas
– Respiración sibilante.
Los niños con asma deben hacer ejercicio
En muchos casos se ha limitado el ejercicio de los niños asmáticos por miedo, pero incentivar a las personas a hacer ejercicio desde temprana edad es clave para combatir otros problemas, como la obesidad infantil.
Enseñar a nuestros hijos a disfrutar de la actividad física es importante para construir un hábito que, sobre todo en el caso de la natación, se dice mejora la calidad de vida y los proyectos de futuro de quien lo practica.
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