Cada año los medios se vuelcan en advertirnos sobre el calor. Nos invitan a hidratarnos constantemente, protegernos del sol y vigilar a nuestros mayores y pequeños. Pero rara vez se profundiza en las implicaciones que el calor tiene en nuestra salud. El calor puede convertirse en un enemigo a temer, y debemos aprender a interpretar y remediar todos los malestares que nos pueda producir.
Frente al aumento de temperatura, el cuerpo humano se ampara en mecanismos fisiológicos como la sudoración y la vasodilatación periférica para regular nuestro calor corporal. Evidentemente, esto implica un gasto de agua y sales minerales considerable. El objetivo es evitar que nuestro cuerpo supere los 38ºC, franja desde la cual el riesgo de sufrir daños en la salud se dispara.
El sentido común pasa por mantenerse en todo momento hidratado, vestir una ropa adecuada, reponer sales minerales y evitar el esfuerzo en escenarios de intenso calor. Aún así, vamos a echarle un vistazo a las diferentes afecciones que el calor puede provocar, sus síntomas y cómo prevenirlas.
ERUPCIÓN CUTÁNEA
Si empezamos a padecer picores intensos y aparecen erupciones rojas en nuestra piel, es muy probable que estemos padeciendo una erupción cutánea fruto de una excesiva sudoración o humedad ambiental.
Lo primero que deberemos hacer será secar y limpiar nuestra piel y cambiarnos de ropa si es que está húmeda.
Una buena forma de prevenir es llevar una higiene regular, secarnos bien después de la ducha y el baño, y evitar aquellas prendas que opriman nuestra piel.
CALAMBRES
Si hemos estado sudando mucho a causa de un esfuerzo importante y no hemos cuidado nuestra hidratación ni la reposición de sales, es posible que suframos espasmos y dolores musculares.
Lo mejor en estos casos es el reposo en lugares frescos, beber agua o bebidas isotónicas, masajear el músculo afectado y esperar unas horas desde la desaparición del calambre para realizar nuevas actividades físicas.
SÍNCOPE DE CALOR
Si pasamos mucho tiempo en pie e inmóviles en un entorno caluroso, puede que la cantidad de sangre que debería llegar a nuestro cerebro se vea mermada. Si se nos empieza a nublar la vista, nos mareamos, sentimos el pulso débil y parece que fuéramos a desvanecernos, es probable que estemos sufriendo un síncope de calor.
Ante estos indicios es conveniente tumbar a la persona afectada en un lugar fresco y con las piernas en alto.
Se puede prevenir con una aclimatación adecuada al entorno caluroso, evitando estar inmóvil, y realizar algún pequeño ejercicio para facilitar el flujo sanguíneo.
DESHIDRATACIÓN
La pérdida excesiva de agua puede provocarnos síntomas de sed, sequedad, fatiga, taquicardia y orina oscura y escasa. La única solución aquí es beber agua, ya sea para prevenir o en caso de sospecha de deshidratación. Procurar una cantidad adecuada de sal en las comidas es igualmente importante para evitar la deshidratación.
AGOTAMIENTO POR CALOR
El trabajo o esfuerzo continuado, sin descanso y sin hidratación en un ambiente caluroso puede producir un agotamiento por calor. Hay que tener cuidado pues puede desembocar en un golpe de calor.
Los síntomas son de debilidad y fatiga importantes, náuseas, mareos, dolor de cabeza, taquicardia, malestar, o incluso pérdida de la conciencia. La piel puede palidecer y presentarse fría y mojada por el sudor.
La solución, al igual que en casos anteriores, es tumbar al afectado en un lugar fresco con los pies en alto. Aflojar o quitar la ropa, así como rociar con agua o abanicar, puede ser de ayuda.
GOLPE DE CALOR
Los factores que pueden desembocar en un golpe de calor son diversos. Si a los escenarios de riesgo anteriormente mencionados les sumamos una mala forma física, dolencias cardiovasculares crónicas, ingesta de medicamentos, alcohol… puede que corramos riesgo de padecer, sin síntomas y de forma brusca, un golpe de calor.
El golpe de calor supone una emergencia médica, ya que puede causar fallos en el sistema de termorregulación fisiológica, provocar daños en todo el organismo, o incluso la muerte.
El afectado padecerá de taquicardia, respiración rápida y débil, tensión elevada o baja, y disminución o cese de la sudoración. La persona puede presentarse irritable, confundida o desmayarse.
Hay que llamar al médico urgentemente. Como medidas de auxilio (aparte de llevar al afectado a un espacio fresco), envolver su cuerpo con una tela empapada o meterle en una bañera con agua fría pueden salvar su vida.
El verano puede ser un patio de recreo, con la diferencia que debemos vigilar nosotros mismos por nuestro bienestar. La seguridad lo es todo a la hora de pasar buenos momentos en la playa, nuestra piscina o la cancha de deportes.
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