El corte de digestión ¡es mentira!

¿Cuántas horas tenías que esperar después de comer antes de entrar en el agua? Recuerdo que mi madre no me permitía mojar un pie hasta pasada la hora y media. Yo, como niño, me sentía afortunado, poderoso; pues sabía de padres que les imponían hasta dos horas de espera a alguno de mis amigos. Pero conocíamos un truco: si nos metíamos en el agua inmediatamente después de comer, no había riesgo de sufrir el temido “corte de digestión”. Había veces en la playa que me comía el bocadillo directamente en la orilla para no darle opción alguna a la muerte. Las leyendas urbanas pueden ser caprichosas…

 

En realidad, lo que malamente se conoce como corte de digestión no es otra cosa que un síncope por hidrocución, también llamado síndrome de inmersión; y nada tiene que ver con un fallo del proceso digestivo.

 

Una persona corre riesgo de “hidrocutarse” cuando al meterse en el agua el cambio de temperatura es tan brusco que produce una reacción corporal que inhibe la respiración y circulación sanguínea, con posibilidad, en el peor de los casos, de desembocar en una parada cardiorrespiratoria.

 

Intuimos, por tanto, que el mito del “corte de digestión” proviene del hecho de que el proceso de digestión aumenta la temperatura de nuestro cuerpo, lo que dilata la diferencia térmica entre nuestro organismo y la piscina. Pero este aumento de temperatura lo pueden causar otros factores, como el ejercicio, y provocar igualmente el síndrome de inmersión.

 

Entonces, ¿podemos meternos al agua después de comer? Depende. Deberás vigilar tu temperatura corporal y la del agua. Si la diferencia es importante, quizá quieras dedicarle un tiempo a rebajar la temperatura de tu cuerpo. Mojarse la nuca y las muñecas y entrar en el agua lentamente es una buena manera de reducir nuestra temperatura y evitar riesgos.

 

Lo importante es tener un poco de cabeza y saber leer la situación. Si nos hemos dado un atracón estilo Elvis Presley, quizá debamos dedicarle más tiempo a reducir esta diferencia térmica para asegurarnos de no padecer el shock termodiferencial.

 

Estos son algunos de los factores que pueden aumentar el riesgo de sufrir un síncope por hidrocución:

 

– Aguas con temperaturas por debajo de los 27 grados
– Largas sesiones de sol
– Hipertermia (link: https://es.wikipedia.org/wiki/Hipertermia)
– Grandes esfuerzos, ya sea por trabajo o deporte.
– Uso de medicamentos
– Traumatismos previos al baño, como caer de vientre sobre el agua
– Ingesta abundante de alimentos antes del baño.

 

 

Si aún así, estamos temerosos o tenemos sospechas de que nosotros o alguno de nuestros compañeros pudiera sufrir el síndrome de inmersión, estos son algunos de los síntomas que podemos vigilar :

 

– Estado de desorientación, fatiga, torpeza en los movimientos, dificultad para razonar y entender…
– Vértigos
– Zumbidos en los oídos
– Enrojecimiento de la piel
– Sensación de calor en abdomen y en la cara interna de brazos y piernas
– Visión borrosa
– Dolores articulares y calambres
– Piel de gallina.

 

La única ruta segura es tomar siempre precauciones, aunque la situación y las condiciones no parezcan de riesgo. Recuerda siempre entrar poco a poco en el agua, ¡y no pierdas más horas de baño!

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